Podemos

Hay ocasiones en las que la obscenidad tiene cobertura legal. ETA-Batasuna está en las instituciones gracias al Tribunal Constitucional. Jurídicamente irreprochable. Políticamente conveniente para algunos. Éticamente indecente. Causa repugnancia leer la entrevista de los dos jefes de ETA, en la que se muestran orgullosos del camino recorrido, con 857 cadáveres, para llegar, como señalan, a la situación actual de esperanza. ¿Esperanza para quién? En las casas de los asesinados la esperanza se queda en la resurrección de los muertos.

Hay veces en las que la obscenidad se disfraza de progresismo y un candidato del PSOE, cuestiona el modelo de familia que pueda defender María Dolores de Cospedal porque es una madre soltera. O cuando se lanzan insidias sobre una juez, que tiene que ser amparada por el Consejo General del Poder Judicial, mientras investiga el escándalo de los ERE irregulares de Andalucía, auténtico fondo de reptiles y corrupción consentida, amparada y utilizada como pesebre.

En otras ocasiones la obscenidad pasa por caja y se hacen millonarios los que han arruinado empresas que se nutren de dinero público y los políticos, de todo signo y condición, miran para otro lado, porque han sido compañeros de viaje bajo el manto de unas siglas. Habría tantos ejemplos que da rubor tan sólo enunciarlos. Bajando el tono podríamos hablar de insultos a la inteligencia de los españoles las ocurrencias de campaña que se van a suceder hasta el próximo viernes. Vídeos, gracietas de los candidatos para su manada, ocurrencias y más de una mentira, porque no cotiza en las urnas.

Y lo importante no son estos enunciados. El ciudadano los toma a título de inventario, su preocupación está en la economía. Los medios de comunicación le llevamos de sobresalto en sobresalto entre cifras de déficit, recortes, paro o la montaña rusa de la Bolsa. Se ha creado un ambiente de temor, de desconfianza, de pesimismo que reflejan las encuestas. Los que buscan trabajo no tienen fe en encontrarlo y ya muchos ni lo intentan. Los que conservan su empleo cruzan los dedos, y quien tiene unos ahorros pregunta qué pasa si volvemos a la peseta. ¿Quién no habla de todo esto en su casa, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo? Dentro de ocho días hablaremos todos a la vez. Alto y claro.